miércoles, 21 de abril de 2010

Películas, piña y tono

­Por acá tranquilo, con el clima estabilizado y agradable aunque aún no tan caliente que digamos. Como estoy en vacaciones decidí tomarme este lunes y martes, pues, de vacaciones…y básicamente de películas.

Aprovechando que en este mundo aún hay gente que se preocupa por el prójimo, vi varias películas y documentales en internet. Que viva la piratería. Vi la película y el documental ganador del óscar. La película no me gustó mucho pero como habla de la guerra en Afganistán, entonces pues tenía que ganar. El documental me gustó mucho. Trata sobre los delfines…sobre los delfines en Japón…sobre la matanza de delfines en Japón. Es decir, nada muy agradable pero triste y cierto. Más de 23 mil delfines son asesinados de forma atroz para ser venidos como carne de ballena. Detrás hay mucha corrupción, poder y cochinadas tremendas. El documental es chévere pues para grabar muchas escenas tuvieron que hacer un trabajo de inteligencia, de infiltración de cámaras, etc. ahh, se llama The Cove y si tienen curiosidad lo pueden ver acá: http://pelisok.blogspot.com/2010/01/cove-online-documental.html

Una de las delicias que esta semana me permití dentro de mi pobreza (no, Cocú, no necesito dinero) es comprarme una piña. La compré hace 2 semanas pero estaba esperando a que madure. Así que la corté y la dejé lista para el buche. Con las cáscaras pensé en hacer agua de piña. Según el internet bastaba con una hora y media de hervida. Seguro que mi inconsciente no lo creyó pues no me acordé de la olla hasta 3 horas después. Por supuesto, mi cerebro nunca se dio cuenta sino mi nariz. Empezó a oler rico y envidié sanamente el chivito por lo que supuestamente estaba cocinando. Luego, empezó a oler un poco a quemado y ahí fue cuando mi cerebro reaccionó. Vaya, si tan solo pensara con la nariz. En consecuencia, agua de piña sin agua y una olla quemada. Me olvidé de tomarle una foto. Hubiera sido genial.

Parece que este sábado vamos a hacer un tono en el departamento. Resulta que la Sylvie es medio depre y la vida pues no le ha dado una ruta muy clara a seguir. Ya está en sus 32 y pues no se ha estabilizado laboralmente, cachuelea y se muere por tener un príncipe azul. Así que decidimos que hace falta algo de parrando por estas tierras. Vamos a ver qué sale.

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