domingo, 7 de marzo de 2010

Fotocopias y amende

Este jueves fui a una de las bibliotecas en las que estoy inscrito y la novedad fue que quise sacar copias. Uy, qué divertido. En una esquina, hay varias máquinas y siempre hay gente haciéndolo. Uno mismo saca las copias y no hay alguien que lo haga por ti como es en Perú.

¿Cuál es el sistema para sacar las copias? Después de preguntar y entender a medias, entendí. Hay una máquina, parecida a un expendedor de sachets de shampoos,  donde se compra una tarjeta prepago para sacar copias que te sirve en toda Francia. La máquina también te permite recargar la tarjeta. 10 euros, 100 copias. Osea, 40 céntimos de luca la copia. Careros estos europeos. No sé si por acá haya algún centro de fotocopiadores como esos que te dicen “amigo, ¿copias? ¿Cuántas quieres?”.

Luego de sacar las copias, me fui a clase en bicicleta (Velib), lo que toma menos de 10 minutos. Como tenía tiempo de sobra, decidí tomar un camino alterno que, por supuesto, me desorientó totalmente.

Cuando finalmente me ubiqué, me di cuenta que tenía que voltear a la izquierda. Yo estaba a la derecha en una avenida de cuatro carriles. En la foto que está abajo, yo estaba exactamente al costado del semáforo en verde. Aunque en ese momento el semáforo estaba en rojo, mi instinto peruano me decía que no era buena idea doblar directamente a la izquierda. Acá, las bicicletas lo hacen y las respetan. Pero mi instinto de supervivencia adquirido en las rutas de combis, taxis y locos, me ganó. 



Entonces decidí no doblar directamente a la izquierda, sino cruzar de frente y luego, ya al otro lado de la pista, doblar a la izquierda. Hice lo primero con éxito. Luego tenía que voltear a la izquierda y finalmente agarrar la avenida. Lo que pasó fue justamente lo que ven en esta foto. Yo seguía a la derecha de la avenida y a mi costado había un gran bus que no me permitió voltear a la izquierda. Así que, como el semáforo estaba en rojo, doblé a la izquierda por el crucero peatonal que ven en la foto y, luego, ohhh, tuve que manejar unos 6 metritos en contra. En realidad no me había dado cuenta de ello.




Cuando finalmente agarré la avenida, escuché que alguien me dijo “¡Velib, Velib, Velib!”. Oh, shit. Para que la historia no sea tan evidente, obvié de contar que los policías habían estado haciendo batida al mejor estilo de Lima. Y, por supuesto, una mujer policía me llamaba a estacionarme. 

Me preguntó si me había dado cuenta que me metí en contra y le expliqué lo que pasó. Me pidió mis documentos y yo hice un sonido renegando a lo que ella me dijo algo así como “!qué cosa!”. Le dije que mi papá era general de la policía pero creo que no entendió.

Me empezó a hablar de la multa y de esto y de lo otro. Caballero, no más. No me atreví a pedirle una rebajita o perdón de multa pues, me dije, no vaya a ser que piense que intento sobornarla y luego acabo con otra multa más y algunos días de cárcel. 

Bueno, calculé que unos 15 euros de multa son pagables y que toda esta historia será una buena anécdota para los próximos años, para las reuniones familiares, para mis nietos, etc. y para hablar de lo estrictos que son los europeos. 

Lo que no consideré es que la tarifa de multa para carros y bicicletas es la misma y mi multa fue de 90 euros…si, casi me desmayo, cuando la tomba me lo dijo…y si no lo pagas en 3 días sube a 135. Ah, y no hay descuento por pagar dentro de las 24 horas.

En conclusión, he decidido regresar al vegetarianismo y a comer 2 veces al día por lo menos por un mes. Es una cuestión de salud, por si acaso.


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