Eso implicaba estar otro día más en el hotel. Tenía la posibilidad de ir donde el contacto de mi tía Delia pero la verdad ya no quería más mudanzas. Lo llamé el lunes por la noche y me confirmó que yo era el feliz ganador de un cuarto en un depa por 440 euros por mes todo incluido (hasta con su internet y lavaropa más). Para la mundanza me pidió que llame a los chicos que aún viven en el depa pero lamentablemente estaban inubicables. Eso era lo de menos pues por fin sentí que tenía un puerto final. Regresé al hotel y, a propuesta del inglés, nos fuimos a celebrar con un par de chilindrinas bien helenas. Bueno, el sueco tomó coca cola con limón.
Por último, ya este miércoles por la noche me mudé. Fue a esta hora pues tenía que esperar que Eric regrese del trabajo. Quedamos, creo, a las 8 pero llegué a las 9 pues a veces es bien difícil calcular los tiempos. Hay algunas estaciones de metro que son inmensas pero inmensas y uno puede estar 10 minutos caminando hasta encontrar el siguiente metro que debe tomar. No hay nada como la combi que pasa por la puerta de tu casa. Esta quinta mudanza (1era: hotel de Lyon, 2da: Izza, 3er: músicos y 4ta: Hotel de Paris) la hice en 2 viajes, obviamente, por las 2 inmensas maletas que tenía (más mi mochila). Ya sabía el esfuerzo físico que iba a implicar. Felizmente había varias escaleras eléctricas y, cuando no las hubo, casi siempre hubo algún hombre o mujer que ofreció su ayuda.
Me sentí realmente feliz al llegar al depa, entrar a mi cuarto y sacar, luego de un poco más de 2 semanas, todas las cosas de mis maletas. Luego, simplemente saqué cita con Morfeo.
Lo que olvidaba de contarte fue una anécdota durante el primer viaje para llevar las maletas. Llegué a la avenida indicada y al edificio indicado. Toqué el número 13 en el intercomunicador (calle Auguste Gillot, número 4) y pregunté por Eric pero me dijeron que no vivía ahí. Muy raro, pues al costado del número 13 estaba su apellido (Le Digou, pensé que era como una chapa). El botón estaba medio roto y cuando visité el depa me dijeron que había problemas con el intercomunicador. Asumí que hubo un cruce. Así que caballero, no más, empecé a ver dónde había teléfonos públicos. Como el edificio está al costado de un parque, ya había visto antes que por ahí había uno. Mientras afinaba mi vista de lince, llegó una pareja al edificio a la que tuve que convencer que con semejante maletota que tenía no tenía intenciones de “llenarla” con ropa ajena sino que, más bien, mi intención era vaciarla por completo. Me dejaron entrar y subí por ascensor al 2do piso. Salí de éste y el corredor me pareció no muy familiar. Toqué en 2 puertas y no conocían a Eric. Toqué otras más pero ya nadie me contestó. Información complementaria. Ninguna de las puertas de los departamentos tenían distintivo alguno, es decir, números, nombres, rayas, círculos, etc. Había que adivinar no más. Eso sí que es nada lógico.
Lo único que se me ocurrió fue que el edificio tenga dos ascensores que te llevan a dos secciones distintas del edificio. Así que bajé en busca del otro ascensor y en eso se me ocurrió verificar si verdaderamente había entrado al edificio correcto. Pequeño detalle, tenía que buscar Auguste Gillot número 6 y no número 4. Ambos son edificios distintos pero idénticos en color, interiores, alfombras, puertas, ascensor, etc., etc., bueno, casi idénticos. Pero bueno, lo más gracioso es la coincidencia de que tanto en el edificio 4 como 6, hay un intercomunicador con el número 13 donde viven personas distintas pero con el mismo apellido. Eso ya fue demasiado…
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