lunes, 8 de febrero de 2010

En la puerta

Hoy me pasó algo muy particular. El final es muy bueno (como diría Melcochita, no lo leeeeeas!). Estuve en la universidad desde temprano para aprovechar varias cosas, como el internet además de hacer algunas últimas averiguaciones sobre los servicios. Bla, bla, bla. Voy al final.

Estuve en la universidad hasta eso de las 7 de la noche cuando ya nos botaron del aula donde hay internet. En realidad, hay muchas otras zonas con internet pero el salón este es abrigadito. Estuve buscando compañeros para compartir departamento. Saqué todos los datos necesarios así que solo tenía que llamarlos.

Me di cuenta que no tenía sencillo para comprar el ticket del metro y como la bendita tarjeta de crédito del Interbank no salió el día (si al día siguiente) estoy restringido a las monedas. Tenía algunos billetes para cambiar sencillo pero ya todo en la uni estaba cerrado. Le pregunté a un par de personas si tenían sencillo pero nada. Lo imaginé. ¡Acá nadie anda con monedas pues todos usan tarjeta de crédito o tarjeta para el metro o tarjeta para pagar la comida en la uni o tarjeta para pagar todo! Entonces caminé varias cuadras hasta llegar a una tienda, compré agua y listo…sencillo a la mano.

Me dirigí a la zona comercial de Lyon para acercarme a mi zona (¡asu!) y además para comprar la tarjeta telefónica que me permitiese llamar a los posibles compañeros de apartamento. Acá viene otra gracia de los franceses. Las tarjetas telefónicas no las venden las bodeguitas, no existe la recarga virtual en bodegas (sí con cajero automático pero…). Tampoco las ubicas en los supermercados y menos encuentras a los chalequeros esos que te dicen “habla, llamadas, Claro, Movistar”. En Francia, las tarjetas telefónicas las venden en unas tiendas que las llaman “Tabac” y únicamente en estas tiendas. ¿Qué venden? Pues, además de tarjetas telefónicas, cigarros, algunos periódicos y revistas, un poco de dulces y cositas pequeñas. Son tiendas bien pequeñitas.

Cuando no se conoce la ciudad, ubicar un Tabac es toda una jarana. Caminé y caminé y caminé y seguí caminando. Bueno, no es que de vez en cuando vuele pero quiero decir que caminé bastante. Encontré unas 4 Tabacs todas cerradas. Por ahí hallé una abierta. En la puerta estaba un chibolo que atendía que me dijo que ni bien terminara su cigarro me atendía. Era un renegado misio además de hijo de algerianos. Me dijo que Francia era nula y que él pensaba partir a España. El que resultó ser nulo fue él pues tampoco tenía tarjetas.

La tarjeta telefónica era para llamar a los posibles compañeros de apartamento pero a medida que pasaban las horas lo urgente era llamar a Izza para ver a qué hora iba a estar en su depa para que me abra la puerta. Como nunca encontré la bendita tarjeta telefónica para avisarle, decidí ir no más. Subí con mucho entusiasmo los 4 pseudo pisos pues sabía que la iba a encontrar ahí. Pero, claro, no siempre uno se cruza con la suerte. No estaba. Me fui a buscar un Tabac en la zona pero ya sabía que era un esfuerzo inútil. Este barrio es más pequeño y residencia. Había comercios y Tabacs pero todos cerrados. Aproveché para cenar en lo único que estaba abierto. Comí un Kebab que es carne no sé de qué cocinada como que al calor. Estaba muy rico pues me moría de hambre y fue la primera vez que comí arroz desde que salí de Lima. Ahhhhh, qué rico.

Regresé al depa de Izza pero nada. No había llegado. Esperé afuera, entré, volví a salir, bailé una marinera y un guaguancó pero nada. Le pregunté al viejo de una tienda si podía alquilarme su teléfono pero me dijo que no pues ahí no más estaba la caja. Mucho después entendí su comentario y no me agradó para nada. Bueno, por lo menos yo no me mojo los zapatos cuando orino. ¡Qué malo!

Ya no sabía qué hacer. Bueno, sí sabía y eran varias opciones. Una era buscar un hotel pero nada me aseguraba que no hubiera reservaciones. Otra opción era esperar en la puerta del departamento hasta que venga Izza. Decidí hacer esto último pues, dije, no vaya a ser que el código que hay que marcar en la puerta de entrada se bloquée a partir de cierta hora. Así que me asenté junto a la puerta del departamento de Izza con mi mochila y mis miles de papeles. Los empecé a leer y ordenar y aproveché para leer sobre los cursos de la maestría que hay que elegir. ¡Había que ser eficieeeeeentes!

El piso en el que está el departamento de Izza existen otros 2 depas. Las puertas de entrada a estos tres depas están casi juntas. Diría que a no más de un metro y medio de distancia cada una. Eso significaba que sus vecinos me iban a ver ahí cuando llegaran. Me pregunté cuál sería su impresión. Estando en Lima, imagino que hubieran llamado a Serenazgo o me hubieran tirado al perro encima. Ok, para no ser exagerados por lo menos hubieran tenido un sobresalto inicial. Llegó el primer vecino y me vio con cara de pena y hasta me ofreció un cojín. Luego me ofreció su celular para llamar a Izza pero lamentablemente la llamada no entró. Seguí leyendo mis cosas y luego llegó el segundo vecino que en realidad era una pareja. También se sorprendieron y la chica me ofreció una cerveza pero se la negué con mucha gracia pues le dije que tendría dificultades para ubicar un lugar para orinar.

Un detalle que olvidé de hacerte recordar es el de las luces del edificio. Te acuerdas que te conté que se apagan automáticamente luego de cada uno o dos minutos de prendidas. El edificio queda en la total penumbra. Entonces, tenía que apretar el botoncito lindo y precioso regularmente. Pensé cómo hacer para que ese botón se mantuviera apretado pero ni las técnicas de Macgiver o Michel Scofield funcionaron.

Hubo un momento en que ya tiré la toalla. Estaba muy cansado y con sueño así que decidí agarrar mi mochila como almohada y al piso como cama y hacer de cuenta que soy como los chinos que duermen sin colchón. Me di cuenta que de chino no tengo nada. Así, es, estuve durmiendo en el piso del pasadizo de un departamento en Lyon. Ahora, ya solo causa gracia felizmente. Finalmente llegó Izza no sé a qué hora y la verdad traté de no ver reloj alguno pero siento que lo hizo bien tarde, tan tarde que casi podríamos decir que llegó bien temprano. Ella no tenía forma de comunicarse conmigo y yo tampoco pero creo que debió prever algo y por lo menos llegar temprano.

http://limalyonparislima.blogdiario.com/img/choche.jpg

(obviamente ese no soy yo pero la foto era precisa).

Dos cosas hubieran evitado este largo mail. Al costado de la puerta de Izza hay una caja de luz. No la abrí ya por flojera pero luego me dijo que ahí guarda la caja de su buzón donde había dejado las llaves de su depa. Es decir, dormí debajo de las llaves del depa. ¡Plop! ¿Cuál es la segunda cosa? El sábado fui a comprar no una sino dos tarjetas telefónicas pues ya había aprendido la lección. Al guardarlas me di cuenta que siempre tuve una en mi billetera aunque esa me la dieron cuando pedí una para América Latina...bueno, como repito, ahora ya solo causa gracia.

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