lunes, 8 de febrero de 2010

Izza y maletas

El miércoles pasado me mudé con Izza, la chica con la que me contactó la universidad para el alojamiento temporal. Resulta que sus padres son de Marruecos. Sí, pues, muy francesa no parecía. Acá el comentario es el sufrimiento físico del que fui víctima nuevamente en lo que respecta a la mudanza. Mi verdugo: Las maletas. Izza vive en un barrio que no está lejos del hotel donde me quedaba. Había que tomar dos metros, lo que re realidad no es gran cosa. La gran cosa era transportar mi mochila, mis dos maletas grandes rotas y el Carrión lleno de cosas. Me las ingenié para hacerle un asa a las maletas con lo elásticos que vienen dentro de ellas para sujetar la ropa. Funcionó a la perfección pero nada tan cómodo como una maleta de verdad con sus aparatos de verdad.

Los paraderos de los metros son subterráneos y esta vez dije que no iba a usar las escaleras ni físicas ni eléctricas. Hay ascensores. Así que fui al paradero y ahí lo encontré. Como ya se había acabado mi ticket del metro, iba a necesitar comprar otro para el transporte. Ya soy un capo, así que tenía el sencillo listo en mi bolsillo. Grande fue mi sorpresa cuando veo que para entrar al ascensor los desgraciados que lo diseñaron lo hicieron de tal forma que hay que meter el ticket para que el ascensor suba. Aishhhhh. Así que dije, caballero no más, por las escaleras. Empecé a bajarlas en dos tiempos. Cuando llegué a la mitad estaba descansando y una chica que bajaba se ofreció a ayudarme. Excelente. La verdad que los y las de Lyon son muy gentiles. La bajamos y, oh sorpresa, no topamos con que era una salida del metro pero no una entrada. Volvimos a subir y ella abrió el ascensor con su propio ticket así que viajé gratis J

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(vista de día del departamento de Izza)

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(vista de noche del departamento de Izza)

Llegué al edificio de Izza sin problemas (subí del metro a la calle en ascensor). Casi llegando a la puerta una chica salía y se cerró la puerta. Tarde fue cuando me di cuenta que no había timbres ni nada. Sólo un panel numérico para marcar una clave y abrir la puerta automáticamente. A la lauuuuu, dije. No me quedó otra que tocar. Felizmente después de un par de minutos salió un pata que parecía y no parecía ser el conserje. También muy buena gente. Le dije directamente que buscaba a Izza antes que se me ponga bravo. Me respondió sonriendo “¿quién será? Ni yo la conozco” jaja.

Comenzaba la última tarea de la mudanza. Subir las escaleras con las maletas. Izza me dijo que vivía en el cuarto piso así que, yo, vivo y casi ya francés, dije “ajá, en realidad son cinco pisos por el piso cero”. Fui subiendo los pisos y ninguno tenía una numeración lógica. Nada de 101, 102, 201, 202 o A, B, C. era una combinación de números y letras que ni siquiera comenzaban en 0, 1, 2, 3 ni 4. Si no me equivoco comenzaba en 6. $#&”%””%!! Felizmente en cada puerta estaba el nombre de quien la habitaba. Ufffff. Pero bueno, lo más gracioso del asunto es que alguien me quiso jugar una broma con esto de los pisos. No fueron 5 pisos los que subí sino 7! En este edificio cada piso está compuesto por 2 semi pisos (son casi un piso!). Llegué a pseudo cuarto piso mojado de sudor. Toqué el timbre de Izza dos veces, toqué la puerta y luego salió. Me invitó agua de caño. Estaba rica y siendo peruano imagino que tengo casi inmunidad parlamentaria al agua de caño. Ah, bueno, el “timbre” no lo sintió puesto que no es un timbre. ¿no era obvio? Era un interruptor para prender las luces de todo el edificio. Lo que pasa es que se apagan automáticamente luego de algunos segundos y entonces para no quedarte en la oscuridad mientras subes (me pasó en el quinto piso) hay que apretar nuevamente esos botones que están por todos lados. Muy ecológicos…mmm…Creo que voy a crear un manual sobre cómo vivir en Lyon siendo tercermundista. A que me hago rico, eh.

Luego de este heroico triunfo de mudanza, tocaba la segunda parte. Traer las otras dos maletas. Ya el trayecto no tuvo novedades, excepto subir nuevamente las dos maletas restantes a los pseudo 4 pisos. Llegué e Izza me invitó esta vez una cerveza que la sentí tan rica como si hubiera estado perdido en el desierto.

Estuvimos conversando un rato pues ella iba a salir con una amiga suya que vino de Canadá. La verdad yo estaba muy cansado y prefería quedarme. Todavía se siente incómoda conmigo. De hecho que con algo de miedo o desconfianza. Después de todo, creo que hasta en Europa puedo ser intimidante con las féminas. Y eso que ya no estoy haciendo ejercicio. Dormí en un sofá cama cómodo y casi de mi tamaño. Tiene sus ventajas eso de no haber crecido más. Dormí como una piedra.

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